La
reconstrucción del medio ambiente del indocubano que habitara en el
territorio del municipio de Cabaiguán, ha sido posible gracias al
pormenorizado estudio de los restos de la dieta que se han
recolectado, en cuatro de los cincuenta sitios de habitación que se
reportan para la localidad.
A
través de la identificación de cada una de las especies y los
diferentes medio ambientes que le son favorables para su desarrollo,
se puede afirmar, que Cabaiguán, en la época objeto de análisis,
posee una gran riqueza faunística y florística, lo que le
posibilita al aborigen la obtención de los recursos necesarios para
su sustento en el medio mediterráneo.
Resulta
importante señalar, la gran fertilidad de casi la totalidad de los
suelos de esta región, aspecto que propicia el crecimiento de
grandes extensiones de bosques, que albergan una rica variedad de
especies diferentes de plantas comestibles, medicinales, textiles,
maderables, así como de diferentes especies de mamíferos, reptiles,
crustáceos, saurios y moluscos, cuyos restos, aparecen en los
yacimientos arqueológicos de la zona.
Entre
los ejemplares de mamíferos más comunes en la dieta, se encuentran
diferentes especies de jutías, cuyo hábitat son los bosques
–extendidos por la mayor parte del territorio– o los lugares
rocosos como los de la sierra de Las Damas, Los Morros de Neiva y
Seibacoa. En estos ecosistemas también es abundante el majá de
Santa María (Epicrates
angulifer),
cuyos restos se han observado en la dieta, aunque su frecuencia de
aparición resulta mucho más baja que en el caso de las jutías.
Otro medio ambiente donde el
aborigen realiza una significativa acción extractiva, es el
acuático, cercano al cual ubica sus sitios de habitación. En ellos
desarrolla la pesca de especies de agua dulce, tal y como lo
demuestra la presencia de vértebras de pescado en la dieta de los
sitios Neiva Viejo, La Redonda I, Tres Palmas I y La Aurora.
La
captura de la jicotea (Pseudemy
decussata L.)
y de crustáceos,
así como la recolección de moluscos terrestres del género
Zachrysia
y Liguus,
y fluviales del género Pomaceae,
son otras de las actividades subsistenciales más ampliamente
practicadas por los aborígenes de Cabaiguán.
Las
condiciones del medio mediterráneo de la localidad que se analiza,
favorecen a grupos con patrón de asentamiento mesolítico tardío,
como es el caso particular de La Aurora, asentado por un período de
tiempo prolongado.
Dicha
afirmación está validada por la presencia de buena acumulación de
restos de la dieta –que denota una intensa y prolongada actividad
de caza, captura, pesca y recolección– así como por las
evidencias de una industria de la piedra en volumen, compuesta por
majadores, trituradores y lajas molederas, artefactos e instrumentos
que guardan relación con la elaboración de productos provenientes,
supuestamente, de una agricultura que, por la particularidad de su
ajuar, se desarrolla de manera diferente a la observada en grupos
agricultores ceramistas de Cuba, especto novedoso si se toma en
consideración la probable existencia, en el mesolítico tardío de
La Aurora, de actividades subsistenciales relacionadas con algún
tipo de práctica agrícola y no como se pensaba hasta ahora, pues,
dicha actividad ha estado adjudicada únicamente a grupos con patrón
cultural neolítico incipiente o neolítico.
Los
sitios de habitación de Neiva Viejo y Tres Palmas I son enclaves que
se establecen también por un período de tiempo prolongado, los que
les permite la fabricación de vasijas de cerámica y la
implementación de una agricultura incipiente, posiblemente,
relacionada con el cultivo de la yuca amarga. Fragmentos de burén
vinculados a la siembra de esta especie, forman parte de los ajuares
del sitio de Neiva Viejo.
La
abundancia de sitios arqueológicos en Cabaiguán, aún cuando una
buena parte de su territorio no ha sido explorado, es indicativo de
que las condiciones medioambientales de la etapa precolombina
favorecen el desarrollo el desarrollo de las primeras colectividades
humanas asentadas en esta región.
*Extracto del libro: Los Aborígenes en Cabaiguán, de los autores Orlando Álvarez de la Paz y Santiago F. Silva García (2005).
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